miércoles, 9 de julio de 2014

FONDOS BUITRES: QUIEN QUIERA OÍR QUE OIGA, por Sergio Carciofi

En la sesión del Honorable Concejo Deliberante de Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, del día 19 de junio de 2014, el bloque de concejales del Frente para La Victoria - Partido Justicialista quiso pronunciarse sobre el fallo del juez Griesa de Nueva York que favoreció a los llamados Fondos Buitres y condenó a la Argentina cumplir una sentencia de imposible cumplimiento. El bloque de concejales del GEN-FAP-UCR-FAUNEN interrumpió el pronunciamiento y no dejó que continuara con el argumento de que "no nos interesa escuchar Historia".

A continuación el texto completo:

Es necesario pronunciarse en el ámbito de este cuerpo deliberativo respecto del fallo del Juez Griesa en Nueva York, que obliga al Estado Argentino a pagar 1330 millones de dólares a los llamados Fondos Buitres. Lo que supone, además, que también la Argentina deberá pagar
al 7% de los fondos especulativos que no ingresaron al Canje del año 2005 ascendiendo la suma, según los cálculos del Ministerio de Economía de la Nación, a 15.000 millones de dólares, más de la mitad de las reservas del Banco Central de la República Argentina.

Tal vez se piense que, porque estamos en Carlos Casares y lejos de todas estas cuestiones, no seamos destinatarios directos de las consecuencias, al menos en lo inmediato. Sin embargo, creo lo contrario. No solo estamos dentro de un mundo globalizado e hiper-comunicado que nos conecta casi simultáneamente con los problemas nacionales e internacionales, sino que nuestra comunidad, como todas, serán perjudicadas directas de cualquier perjuicio que pueda derivarse de esta situación. Aunque tengo confianza en que nuestra clase dirigente actual no permitirá que nos coloquen nuevamente en uno de los tantos desastres que ya tuvimos en nuestra historia. Nosotros somos parte de esa clase dirigente y tenemos la responsabilidad de manifestarnos desde el lugar que nos ocupa. Tal vez merezca un proyecto de resolución conjunto que bien podemos considerar luego en comisión.

Sin embargo no se trata de alarmar a la población ni de dar mensajes apocalípticos que generen miedos y angustias.

Coincido con las apreciaciones de economistas como Aldo Ferrer cuando dicen que “se ha armado todo un clima exagerado” y que “el fallo del juez norteamericano Thomas Griesa no implica el descalabro de la economía argentina.” Existen muchas posibilidades técnicas y políticas de buscar una solución a este importante problema.

No obstante, no podemos dejar pasar ni de perder de vista las causas que originaran esta situación; porque es la única manera de no volver a repetirlas.

Pero antes tenemos que decir que este problema financiero y económico es un problema de todos los argentinos, de la patria y no solo de estado nacional o de un gobierno. Por eso todas las fuerzas políticas, con algunas vergonzosas excepciones, han demostrado madurez y patriotismo en acompañar y colaborar con la soluciones de esta embestida judicial sin precedente, a juzgar por las consecuencias dañosas que podría ocasionar.

Entre las causas están las decisiones de hombres que se olvidan de los intereses del conjunto y privilegian mezquindades y ambiciones económicas personales en perjuicio de la misma patria. Un claro ejemplo de ello fue nuestro primer empréstito con la banca inglesa Baring Brothers, gestionado por Lord Parish y Manuel García y acordado por Bernardino Rivadavia en 1824 y tomado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, con la excusa de construir el puerto de Buenos Aires y la red de salubridad. Se dice que fue una contraprestación para que la Corona Británica acepte reconocer formalmente al Río de La Plata como Estado Independiente. Reconocimiento que se efectivizó meses después, en febrero de 1825.

Vale mencionar los términos de ese empréstito que mantuvo embargado por décadas la tierra fiscal de la provincia de Buenos Aires y que tuvo que soportar y terminar de pagar las generaciones que siguieron a Rivadavia y sus colaboradores.
  • El empréstito fue por un millón de libras.
  • En garantía se afectó la tierra pública de la provincia de Buenos Aires, es decir todo el campo que no estaba en posesión de los indios. Por esa razón las tierras luego fueron dadas en enfiteusis, o sea a cambio del pago de un canon, porque no se podían dar en propiedad.
  • Se colocó al 85% del valor nominal de los títulos
  • Con un interés del 6% anual
  • Pero los representantes argentinos (Rivadavia, Manuel J. García) sacan una ley para que se coloque al 70% y se quedan con la diferencia, unas 150.000 libras
  • El banco reconoce una participación de 30.000 y retiene 120.000 libras
  • El empréstito disminuye a 700.000 libras a cambio de endeudarse por un millón.
  • Además nuestros representantes admiten que se descuenten de la suma inicial los intereses adelantados por dos años, es decir el 12% del total: 120.000 libras. Quedan 580.000 libras.
  • Admiten también que se descuente el 1% del total por la amortización, 10.000. Quedan 570.000 libras.
  • Además, como si ya fuera poco, se acepta descontar 17.300 libras en comisiones para Baring y para pagar las 6000 libras del costo del viaje de Rivadavia para cerrar el acuerdo.
  • Queda 552.700 libras
  • Solo hay registro de que ingresaron al Río de La Plata 20.678 libras, cambiadas por metálico y 140.000 libras en octubre de 1824 a través de obligaciones negociables.
  • De los 394.022 libras nada se sabe. Algunos historiadores sostienen que fueron depositados en bancos ingleses a una tasa del 3%, la mitad de la tasa tomada, por “prudencia a mandar dinero a tanta distancia”.
  • No se construyó el puerto con ese dinero y se terminó de pagar los primeros años del siglo XX, si no me equivoco en 1904 –recuerdo ahora que Bartolomé Mitre falleció dos años después, en 1906, y que cuando el empréstito se tomó tenía 3 años, para que nos de una idea de lo que implicó y costó este empréstito–
  • El valor que finalmente se abonó alcanza a 5 veces el valor nominal, otro dicen 8 veces.

José Hernández, el autor del Martín Fierro, dirá décadas después (cito textual): “(…) Hemos estado pagando este empréstito hace muchísimos años, y continuaremos haciéndolo aún (…) Vamos a pagar, por esta historia de desórdenes y desquicios, por un empréstito de tres millones de duros, la enorme suma de veinticinco millones (…) ¿Hay país próspero gobernado de esta manera? ¿No se llama eso hipotecar, algo más, empobrecer a nuestros hijos?”

---------------------------------------------------------------------------------------------INTERRUPCIÓN DEL BLOQUE DEL GEN-FAP-UCR-FAUNEN QUE NO PERMITIÓ QUE SIGA CON NUESTRO PRONUNCIAMIENTO, ARGUMENTANDO QUE "no queremos ni tenemos porqué escuchar" y "no estamos preparados para contestar". ES DECIR: EN UN CUERPO DELIBERATIVO NO PERMITIERON DELIBERAR. UN GESTO POR DEMÁS ANTIDEMOCRÁTICO Y AUTORITARIO, QUE, NO SOLO NO ES PROPIO DE LA TRADICIÓN DEL RADICALISMO, SINO QUE ESTÁ MUY LEJOS DE ESTAR EN CONSONANCIA CON LA NECESIDAD DE ESFUERZO CONJUNTO QUE EXIGE LA ENCRUCIJADA QUE ENFRENTA EL PAÍS.
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A continuación, lo que no pudimos decir y lo que no quisieron escuchar:


Hoy nos encontramos sufriendo las mismas consecuencias dañosas de empréstitos que, como Baring Brothers, fueron tomados en condiciones absolutamente perjudiciales para nuestra patria y para las generaciones que siguieron. Las causas son las mismas. Hombres desprovistos de toda responsabilidad y grandeza, pero llenos de ambición y privilegios, obligaron al pueblo argentino a soportar enormes sacrificios por culpa de sus desmanejos y, como dice Hernández, “desórdenes y desquicios” que ocasionaron y aún ocasionan empobrecimiento.
Los títulos públicos que compraron los llamados Fondos Buitres fueron los que se emitieron durante el gobierno de la Alianza, en el marco de una renegociación de la deuda externa que se llamó Blindaje en el año 2000 y Megacanje en el año 2001. Esta renegociación encarada por el presidente Fernando de la Rúa y llevadas adelante por José Luis Machinea, Domingo Cavallo, Daniel Marx y Federico Sturzenegger (este último hoy economista del PRO), llevó al país a una hecatombe económica y financiera que terminó con el gobierno de la Alianza, empobreció y expulsó del país a millones de argentinos, ocasionó los sucesos de los días 19 y 20 de diciembre de 2001 con decenas de argentinos asesinados en las calles y generó un perjuicio para el país, derivado de los intereses, estimado en 55.000 millones de dólares.
El Blindaje y el Megacanje, que se promocionaban en ese momento como la salvación del país, exigía, a la vez, la eliminación de la prestación básica universal, el aumento de la edad jubilatoria y la reducción del gasto público, entre los cuales estuvo la reducción de las jubilaciones en un 13 %, llevada adelante por la ministra de trabajo de ese momento, Patricia Bulrrich. -Todos recordarán la lucha de los jubilados encabezada heroicamente por Norma Plá, una abuela que, aún con cáncer, luchó hasta sus últimos días para que le paguen por lo que trabajó y aportó toda su vida: su jubilación. Solo logró el llanto hipócrita del ministro de economía-.
Esta deuda renegociada por Domingo Cavallo había alcanzado en 1976 a 8.000 millones de dólares, en 1983 a 45.000 millones de dólares y en el año 2000, luego del gobierno neoliberal de Menem, a 145.000 millones de dólares. El Lord Parish del Megacanje fue un ex secretario del tesoro de los Estados Unidos, David Mulford, que se llevó en comisiones 20 millones de dólares y los Baring Brothers de esta época (Bancos Francés, Santander, Central Hispano, Galicia, Citigroup, HSBC, JP Morgan, Y Credit Suisse First Boston) cobraron comisiones por 150 millones de dólares, mientras nuestro país se prendía fuego.
El final de este desastre fue el anunció en suspensión de pago de la deuda externa, el día 24 de diciembre de 2001, por parte de uno de los cinco presidentes que tuvimos en una semana: Adolfo Rodríguez Saá.
Y volvemos a las causas. Dijimos que una de ellas tiene que ver con la irresponsabilidad de nuestros representantes, de hombres que, lejos de dignificar el cargo que ocupan, más bien se ocupan en defender intereses de grupos privilegiados y ajenos a los intereses de la nación, y de potenciar sus propias ambiciones. Pero también hay una explicación que obedece a un proceso histórico, económico y político, que pone al Estado como actor central de estos manejos financieros. Entiendo que este tema requiere un esfuerzo de comprensión, pero nosotros, como concejales y representantes, tenemos el deber de poner las cosas “blanco sobre negro”, sobre todo en temas tan importantes para nuestra vida cotidiana y también para el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos, de las futuras generaciones.
Cuenta Antonio Gramsci (formidable filósofo político italiano) que luego de la primera guerra mundial, los ahorristas pasaron a preferir los títulos de los Estados a cualquier forma de inversión. ¿Y por qué razón? Porque, en un mundo en crisis, el Estado es el único que le puede garantizar un interés seguro. Hoy el mundo está en crisis y Estados como el nuestro, que han tenido un crecimiento económico sostenido por una década, son una gran presa de caza para los fondos buitres.
De esta manera, sostiene Gramsci, (cito textual): “El Estado queda así promovido a una función de primer orden (…) como empresa (…) que concentra el ahorro, que se pone a disposición de la industria y de la actividad privada, y como inversor a medio y largo plazo”. Es decir, que el Estado se transforma en un propulsor de la economía gracias a la confianza de los ahorristas que depositan sus ahorros al Estado.
Pero…, se pregunta Gramsci (cito textual): “una vez asumida esta función por necesidades económicas inevitables, ¿puede el Estado desinteresarse de la organización de la producción y el cambio, dejarla, como antes, a la iniciativa de la concurrencia y a la iniciativa privada?
La respuesta es que, una decisión del Estado que implique no intervenir en la economía, que lo lleve a no controlar si las inversiones realizadas con el dinero de los ahorristas son bien administradas o no, puede tener consecuencias desastrosas. Porque no intervenir, no cuidar el dinero confiado por los ahorristas al Estado, desavaloriza los títulos públicos emitidos, sea por la inflación o cualquier otro medio. Pero, además, están en juego el verdadero crecimiento de un país que, como dice Gramsci (cito textual): “No se trata sólo, en efecto, de conservar el aparato productivo (…); se trata, además, de reorganizarlo para desarrollarlo paralelamente con el aumento de la población y de las necesidades colectivas. Precisamente en estos desarrollos necesarios se encuentra el riesgo mayor de la iniciativa privada (…)”
Y este  es el punto central del problema: el neoliberalismo, que sufrimos en la década del 90´ con el menemato, no quiere la intervención estatal en la economía, porque quiere que sus títulos, los títulos del Estado, se desvaloricen para poder comprarlos y luego esperar los procesos de crecimiento para hacerse de ganancias extraordinarias como no existen en actividad productiva alguna. Saben que un país siempre buscará recuperarse, porque de otro modo desaparecería o sería intervenido como Haití. Los especuladores se aprovechan de los tenedores originarios, de los que confían en el Estado y compran títulos baratos de un estado en crisis, como lo hicieron por medio de las AFJP, y buscan esperar el momento de cobrar, como es el caso de los Fondos Buitres. Todo comerciante inteligente sabe que lo más importante para un acreedor es tener a un deudor solvente, y un Estado recuperado como el nuestro con una deuda que representa el 40% del PBI, como ya dije, es una formidable presa de caza.
Gramsci ya lo decía en los años 30 (cito textual): “Si el ahorro parasitario, gracias a la garantía estatal, no tuviera ya que correr ni los riesgos generales del mercado normal, la propiedad parasitaria de la tierra se robustecería y, por otra parte, las obligaciones industriales, con un dividendo legal, gravarían aún más aplastantemente el trabajo”. Ejemplo de lo primero fue la enorme concentración de la tierra en pocas manos y, de lo segundo, la burbuja financiera de los créditos de segunda clase que desató la crisis internacional hace unos años.
En resumen, vivimos sometidos a la paradoja perversa que nos impone el neoliberalismo: el Estado debe endeudarse en el mercado, pero no puede intervenir en el mercado. El Estado debe pagar con nuevo préstamos del mercado, pero no puede intervenir en el mercado para desarrollarse y pagar con recursos propios.
En definitiva, el Estado debe ser, para el neoliberalismo y los fondos especulativos, solamente un garante político de sus formidables negocios financieros. Pero jamás el Estado puede transformarse en un actor económico que genere desarrollo y distribución de la riqueza como un verdadero inversor a medio y largo plazo. Porque si el Estado paga, no hay deuda. Y si no hay deuda, no hay especulación financiera.
A la luz de lo que hemos dicho, el fallo del juez Griesa que favorece a los Fondos Buitres toma claridad y sentido en sus objetivos: ordena pagar para que el Estado Argentino deje de pagar. Porque se sabe que el fallo es de imposible cumplimiento y coloca a la Argentina nuevamente en situación de default. Así el sistema financiero internacional logra mantener deudor a un Estado soberano y, en consecuencia, a mantener en el carril de los negocios financieros a los demás Estados que se atrevan a copiar a la Argentina.
En los últimos diez años el Estado Argentino recuperó su presencia en el mercado, reestructuró su deuda histórica con una adhesión del 93,4% de los acreedores, pagó totalmente la deuda del país con el FMI y se transformó en garante, no de la especulación, sino de los intereses del pueblo argentino.
Muchas cosas se han hecho bien, otras no tanto, pero lo cierto es que, mal o bien, todos juntos logramos salir de ese infierno que fue la crisis del 2001. Ahora estamos en otras condiciones, podemos manejar nuestro destino y podemos todos juntos, con la voluntad de todas las fuerzas políticas, continuar el camino del desarrollo y la inclusión, pero sí y solo sí no perdemos de vista lo siguiente: primero, como decía don José de San Martín a los argentinos: “En nombre de vuestros propios intereses os ruego que aprendáis a distinguir los que trabajan por vuestra salud, de los que meditan vuestra ruina.”; y, segundo, solamente un Estado presente en el mercado, en la vida de todos sus administrados, puede ser un Estado solvente que sabe administrar sus cuentas y honrar sus deudas, y también, fundamentalmente, ser actor y garante del desarrollo y la inclusión para hoy y para el futuro de nuestro hijos.
Hoy nuestros hijos juraron la bandera, mañana recordaremos a un gran hombre de nuestra patria, Manuel Belgrano. Por su memoria, por su lucha, por nuestro porvenir, trabajemos juntos, aunemos esfuerzos, empujemos apoyando y alentando la defensa de los intereses de la patria en esta dura negociación que enfrentamos para que en el futuro, cuando nuestros hijos, que hoy hicieron su juramento patriótico, puedan orgullosos ver a nuestra bandera digna y bien alta en el cielo.
Muchas gracias.


Sergio Carciofi, 
concejal FPV-Partido Justicialista de Carlos Casares

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es increìble la falta de respeto de los que te interrumpieron y de los de TU PROPIO BLOQUE QUE NO SALTARON COMO HIENAS A DEFENDERTE!! Què es eso? Con què se come? Estoy podrida del retroceso en las actitudes y pràcticas democràticas, por parte de casi todos los sectores polìticos. Despuès el gen, puf, paf, animalen, floren, faunen hablan de la libertad de expresiòn. Andààààààà....