lunes, 29 de agosto de 2011

FULBITO PARA LA TRIBUNA: "El Bar de Joaco"

La Guardia Imperial en la canchita de Vélez,
el día que Racing salió campeón (27/12/2001)

Racing Club de Avellaneda al tope de las posiciones y a un partido de volver a ser campeón después de treinta y cinco años, era el tema en esos días en El Bar de Joaco, más que el corralito, los saqueos y piquetes.
            —¡Cómo andan muchachos! —saludó Mariano—, tengo la entrada. Conseguí la de ochenta mangos en la platea, para la popu no había más. El Flaco no lo va a poder creer… ¿Le avisaron?, ¿viene?
            —Nadie sabe nada —contestó el Gordo Baer desde la barra mientras le echaba soda al Gancia.
            —¿Y Guille?, él estaba encargado de avisarle…—preguntó Mariano y, golpeteando sus palmas sobre la barra pidió una cerveza, maníes y luego agregó:— che, ¿lo habrán boleteado en la plaza…?
            —¡Que la boca se te haga a un lao!  —exclamó Rafa— No podés joder con eso, lo del miércoles y jueves fue un desastre, reventaron a un montón de pibes estos hijos de puta… —seguía diciendo Rafa cuando Guille irrumpió vociferante:— ¡parece que Racing juega el jueves nomás…! ¿Y el Flaco?
            Un silencio dejó oír el ladrido de unos perros y el Negro Rubén aprovechó a responder:— No sabemos nada desde hace quince días, desde antes del partidazo que la Academia le ganó a Lanús —luego el Negro orejeó las  cartas y cantó envido.
            —Lo vi el sábado. Estaba re caliente porque anunciaron que el partido de Racing y Vélez lo pasaban a febrero. Pobre Flaco, no pega una. Hace cinco meses que está sin laburo y trascartón tiene la indemnización en el corralito. El suegro le consiguió trabajo en España y Julita insiste para irse porque con los dos pibes no llegan a fin de mes. ¿Te lo imaginás al flaco en España, sin Racing? Quería venir al bar a despedirse, dijo…
            —¿¡Qué!?, ¿ya tiene decidido pirarse a España? Y, ¿cuándo se va? —entre sorprendido y curioso preguntó Mariano.
            —No sé. No me lo dijo.
            Cuando la charla se disipó y se superponían las voces con opiniones diversas acerca de las novedades de Guille, entró el Flaco que, sin saludar ni mirar a nadie, fue directo al mostrador. El silencio hubiera sido absoluto si no fuera por el chirriar agudo de las bisagras de la puerta de entrada.
            —Joaco, servime una ginebra —dijo el Flaco con sequedad y cabeza gacha hacía el mostrador. Don Joaco posó un vaso chico, de grapa, sobre el largo mueble de madera. El Flaco bebió la ginebra de un trago y, con voz baja pero firme, dijo:— por favor, servime otra más grande, llenalo hasta arriba.
            —¡Para emociones fuertes, bebidas fuertes! —rompió el silencio el Gordo Baer.
            Los demás miraron al Gordo inquisidoramente. Mientras tanto el Flaco se sentó solo en una mesa, fijó su vista en el vaso que tenía ahora adelante, luego se dejó echar hacia el respaldo de la silla y saludó a sus amigos:— ¿cómo va…?
            —Bien Flaquito, me imagino que estarás como loco con Racing… —alcanzó a decir Mariano antes de que el Flaco lo interrumpiera como una explosión.
            —¡Como loco está el país! ¿Se dan cuenta de lo que pasa?... Los mismos hijos de puta de siempre, los que reventaron a Racing; ¿y ustedes quieren hablar de Racing? Vos Guille, ¿querés que te hable de lo que Racing significa para este país? Nunca entendieron lo que es Racing, qué van a entender si ustedes son gallinas, bosteros y amargos…
            —Otra vez la misma milonga… No quiero Negro… —susurró al pasar y contestó el Rafa sin quitar la vista de las cartas.
            … Racing nació para hacer patria, para quitarles el fútbol a los gringos, para rajar a los gringos a pelotazos como lo hicimos con el Alumni de los hermanos Brown, que le metimos tres pepas  —siguió diciendo el Flaco—. ¿Saben por qué son celeste y blancos los colores de la camiseta?, que van a saber ustedes… Porque el pueblo futbolero, que siempre fue racinguista, quiso homenajear el centenario de la Revolución de Mayo. ¡Pero ojo, eh!, la camiseta es celeste y blanca porque la bandera argentina es celeste y blanca. Aunque debería ser azul y blanca. Los cipayos unitarios le pusieron el color de su insignia celeste a la bandera. Y fíjense ustedes que Racing esto lo sabia desde 1904 cuando los socios querían que fuera azul y blanca. Luego se terminó optando por la celeste y rosa, la de los cuatro grandes cuadrados, como burla a los asquerosos y salvajes unitarios: ¡tomen traidores, su celeste es tan chirlo y ridículo como el rosa que Sarmiento le puso a la casa de gobierno para suavizar el rojo federal!  El color de la bandera es azul y blanca como la que luchó contra los gringos en la Vuelta de Obligado, azul como se canta en Aurora: azul un ala, ¡no celeste un ala…! —los amigos escuchaban pasmados sin atreverse a interrumpirlo—. Y en el centenario de la patria —prosiguió— ascendimos a primera y después de la ley Saenz Peña, la del voto universal que hizo posible que el pueblo eligiera por primera vez, ¡ganamos siete campeonatos consecutivos! Si al pueblo le iba bien, a Racing también, ¿entienden? Siempre acompañamos los procesos populares de la Argentina, y prueba de ello es que ganamos campeonatos sin parar hasta que Yrigoyen decidió reprimir las huelgas de los peones de la patagonia en 1920, año en que los pitucos de River nos cortaron la racha… —el Flaco, tan erguido en su silla como el dedo índice de la mano derecha, explotaba en cada aseveración y su cara roja parecía envuelta en una telaraña de venas infladas. Casi sin respirar continuó diciendo—, pero aún así resistimos de la mano de un grande como Ochoíta, “el crack de la afición” como cantaba Gardel, y salimos campeones en el ’21 y el ’25 hasta que la década infame se llevó todo puesto y, entre fraude y fraude, también voltearon la alegría que la Academia le daba al pueblo en cada campeonato que ganaba… ¡¿Porqué me miran así?!, ¡¿creen que estoy loco, que digo boludeces?! —los muchachos sólo atinaron a decir no con la cabeza— ¿Cómo explican entonces el hecho de que Racing volvió a ser campeón en los días más felices que tuvo el pueblo argentino en su historia? ¡Y no sólo campeón, tri-campeón en el ’49, ’50 y ’51, en pleno gobierno de Perón! ¿O creen que el General hizo el estadio para Racing? ¡Se lo hizo al pueblo trabajador, que era peronista y racinguista! —gritó visiblemente emocionado el Flaco, se frotó la cara con sus dos manos y siguió:— … y les voy a decir más: el dolor de la muerte de Evita fue devastador para Racing porque fue devastador para el pueblo, porque Racing es el pueblo. Y que me vienen a hablar de Boca o de los amargos que ni siquiera son de Avellaneda, ¡por favor! Qué coincidencia que Racing vuelve a campeonar en el `58 cuando Perón manda a votar a Frondizi… ¿Les parece casualidad? No, el pueblo por mandato de Perón vota a Frondizi y saca a Racing campeón ese año y en el `61 con jugadores como Corbatta, Manfredini, Pizzuti, Belén, Sosa… ¡Por Díos!, miren si la historia del pueblo argentino no es sino la historia de Racing.
            —Chupate esa mandarina… Rafa, a ver si te bancás esta: ¡truco! —apuró el Negro.
            —Que, además —siguió el Flaco—, es una historia de resistencia que acompaño la lucha peronista durante los dieciocho años de proscripción: el equipo peronista, del pueblo, resistió treinta y nueve partidos sin perder. Ese equipo del Bocha Maschio campeona en el ’66 y en el ’67 gana la Libertadores y le da al pueblo argentino el primer campeonato mundial. ¡Fue como traer a Perón de España! Si hasta Fioravantti gritó: “¡goool argentino!”, cuando el Chango la clavó en un ángulo de media cancha. ¡Es el gol más importante y famoso después del gol de Maradona a los ingleses!... —el Flaco hizo una pausa, pasó las manos en su cara como para secarse el sudor, bebió ginebra y siguió su alegato—, …y si de estadísticas quieren hablar, sepan que hasta 1973 Racing siempre estuvo arriba ante los amargos. Ellos sacan ventajas con el pueblo sometido por la triple A y por el golpe genocida de 1976: del ’73 al ’83 nos ganan diecinueve partidos y nosotros apenas cuatro para luego quitarnos la categoría. Y miren qué notable es que, después de volver a ascender, los amargos en los primeros diez años de democracia no pudieron ganarnos un partido, y hasta hoy sólo lograron empatar en seis los partidos ganados gracias a los cinco que nos ganaron en el menemato privatizador. ¿Ven cómo la suerte de Racing está atada a la suerte del pueblo?: somos el único club de primera que privatizaron, ¿por qué creen que nos privatizaron? Porque el neoliberalismo privatizó los intereses del pueblo…  —los muchachos comenzaron a gesticular y repartir miradas burlonas entre ellos, pero el Flaco, ensimismado, continuó sin advertirlo— ¡No nos sacaron ventaja desde la vuelta de la democracia! Sí, la ventaja que nos llevan es la ventaja de haber tenido al pueblo racinguista perseguido, desaparecido y exiliado… (No olviden que la B para Racing también fue un exilio)… Y ahora que estamos por salir campeón otra vez con el pueblo en la calle luchando por sus derechos, nos expulsan del país, nos tiran la pelota afuera, quieren hacer tiempo postergando la final a febrero…
            —Pero Flaco, la final no se juega en febrero… —interrumpió Guille.
            Con más ira que llanto el Flaco continuó diciendo:— …el pueblo en la calle ante la farsa de Cavallo dijo: ¡basta!, basta de mentiras. El ajuste y la paciencia se acabó, ¡que se vayan todos! Igual que Mostaza, ante la farsa de la AFA que anula injustamente dos goles del Chanchi Estévez ante Banfield, dijo: ¡basta!, el paso a paso se terminó, ahora vamos a salir campeones —interrumpió su relato y sacó del bolsillo un sobre que colocó de un golpe sobre la mesa—, acá están los pasajes a España. Acá está el exilio, los últimos pesos y el futuro de mi familia… Nos vamos el miércoles.
            El Gordo Baer repasó con la mirada a los demás que parecían haberse quedado hipnotizados y, masticando un pedazo de queso, dijo:— Flaco, Racing juega el jueves, lo anunciaron el sábado. Y nosotros hicimos una vaca... Che Mariano, dale la entrada…
            El Flaco no pudo contener las lágrimas y dirigió la mirada a don Joaco que, desde la barra, arrugó la frente y asintió con los ojos.  Aún su mano derecha tapaba los pasajes de avión, cuando su tembloroso puño izquierdo se aferró a la entrada. Los muchachos sonrieron y el Rafa subió la apuesta: ¡quiero retruco, carajo!
Sergio Carciofi
Foto: La Guadia Imperial en el estadio de Vélez Sardfield, el 27de diciembre de 2001.

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